
El trabajo anterior, "7", da cuenta de una instrospección mucho más invernal. "Pura vida" representa más el verano por su reggae explícito. Y si es en Miramar, mucho mejor.
¡Un abrazo para Juanchi!
* Si, sigo diciendo disco.
Vivir en Buenos Aires, añorando Miramar... ENVIANOS TU ANÉCDOTA A miramarybuenosaires@gmail.com
“ALFAJORES POLITEAMA CUANDO MAS SE COMEN MAS SE AMA……” jajajjajaajaj
Lo más triste fue cuando nos juntamos todas en una casa y con sonidos de fondo nos pusimos a cantar esta cortina musical.
Alfajores Politeama Calle 21 Nº 1110
Enviado por Naty
La estadía fue muy linda... hasta que una noche decidimos ir a tomar algo a un “boliche” (que hoy esta abandonado) que se llamaba “LA CASONA”. Efectivamente era una casa grande que la habían convertido en bar/boliche. Fuimos mis amigas, mi hermano y yo. Tomamos, recuerdo, una o dos jarras de clericó. En un momento, no recuerdo bien qué pasó, empezaron a agarrarse a piñas… Nosotros no entendíamos nada, siempre habíamos sido chicos “bien y correctos”. Decidimos irnos del lugar y, aprovechando las piñas, nos fuimos sin pagar. Salimos rápido del lugar y empezamos a caminar por la costa rumbo a la 9 de julio. Misteriosamente detrás de nosotros comenzaron a seguirnos unos perros muy poco amistosos. Poco a poco iban juntándose detrás de nosotros y empezaban a ladrarnos mallllll… muy feo!!!!!!! Ya eran más de 8, más que nosotros. En un momento veo que nuestro valiente guardaespaldas (mi hermano), cuando los perros ya ladraban casi queriéndonos comer crudos, empieza a correr delante de nosotros. Inmediatamente empezamos a correr detrás de el y, obviamente, los perros hacieron lo mismo. Corrimos, corrimos. Todos escuchando sus ladridos y nosotros a los gritos hasta llegar a la puerta de nuestra casa, que tenía la particularidad de tener un porche donde había que subir cinco escalones y luego la puerta. Los perros se nos anticiparon y subieron el porche ladrándonos y nos impedían entrar. Nuestra desesperación era terrible, nuestro guardaespaldas no nos transmitía demasiada tranquilidad. Hasta que se nos ocurrió (ya siendo las 5 AM) cruzar al hotel y tocar timbre pidiendo ayuda. Salió el dueño en pijama que no entendía nada de lo que veía. Finalmente con se acercó a nuestra puerta, distrajo a los perros con un palo y entramos corriendo cerrándole la puerta en la cara al pobre y amable vecino, dejándolo afuera con todos los perros desesperados, el palo, y en pijama a las 5 AM...
El miedo que pasamos!!!! Con decir que una de mis amigas fue a la cocina y durmió con un palo de amasar y un cuchillo enorme toda la noche/mañana por si los perros entraban...
A la mañana siguiente, como agradecimiento, le llevamos a este amable vecino una rosca de pascua que habíamos comprado en LA CENTRAL…
La moraleja nuestra fue que todo eso nos había pasado por habernos ido sin pagar de la casona en medio de los disturbios!!!!!!
Naty
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A modo de reseña
Era un boliche que había comenzado sus actividades en los años 70 en la esquina de la diagonal y la 24. Luego ese local fue el video juegos Corner y ahora es un modesto restaurante.
El New Noa de la 9 de julio, entre la 20 y la 18, era un sótano donde en el primer descanso cobraba la entrada un gordo (el dueño), que hacía a su vez de patovica y de RRPP.
Mi primera experiencia en Noa fue una noche lluviosa de enero de 1990. Fui con un amigo de aquellos años, que me llevaba dos años, pero como era petiso, siempre me advertía: “Mirá que voy a decir que tengo once”, y así estábamos iguales. Esa noche ocurriría algo especial. Había un show. Podrán imaginar a los The Sacados, a dos falsos Roxette, un seudo M.C. Hammer. No. El show consistía en la presentación de un actor pelado, por aquellos años segundón de Carlín Calvo en Amigos son los amigos, que se presentaba con un payaso. Si, un payaso. Entonces pensamos: “Contarán algún chiste verde, dirán groserías”. O sea, lo que espera un pre-adolescente. Nada de eso. Fue de lo más aburrido. Tanto que muchos de los allí presentes, mientras el triste payaso hacía su gracia y el pelado lo festejaba, jugaban a la mancha venenosa alrededor de la pista.
El "show" terminó, creo yo, antes de lo previsto por la poca atención que se le daba. Bajaron las luces y sonó la música. La concurrencia bailó.
Las chicas que conocimos estaban pasando sus vacaciones en Chapadmalal. Conclusión: Forget it.
Mis padres fueron a rescatarnos del antro con paraguas en mano. Al salir, mi madre lanzó una queja: “¡Qué olor a humedad tenés encima!”. Y claro, el sótano permanecía cerrado diez meses al año y contaba con litros de agua putrefacta cayendo por las paredes. Mi camisa hawaiana (…), que había estrenado ese día, parecía sacada del carro del ropavejero.
Reincidentes
Mi hermana, mayor que yo, estaba más impaciente que nosotros por saber qué sucedería esa noche.
Llegamos con conocimiento del campo de acción. Ya habíamos resistido una noche de perros con un olor horrendo... ¡cómo no resistir otra más!
La música y las luces daban el tinte adecuado para que los niños, víctimas de las hormonas denotadas en sus rostros deformes, conformaran el ambiente de un boliche.
Misión Noa
En fin. Noa contó con nuestra presencia durante dos veranos más, hasta que lo cambiamos por otro boliche. Y un día cerró. Hoy es sólo una puerta clausurada por un anuncio de Kodak. Aquí queda el recuerdo. Quién sabe lo que habrá allí.